La ingesta de alcohol de manera adictiva, durante varios años, es decir el alcoholismo crónico, puede ocasionar un gran número de problemas físicos y mentales.
El alcoholismo como tal se caracteriza por una dificultad psicológica para controlar el consumo del alcohol, mientras que el alcoholismo crónico se refiere al patrón de adicción que poseen las bebidas embriagantes. Normalmente, la pérdida de la capacidad para controlar la forma en que se bebe es intermitente y muy leve en las primeras fases de la enfermedad
Para saber si se requiere de un tratamiento para el alcoholismo crónico o no, lo primero es saber con exactitud si estamos ante un problema de alcoholismo crónico como tal.
Los síntomas de esta enfermedad son: deseo intenso de beber alcohol, alta de control al consumirlo, síndrome de abstinencia, una elevada tolerancia a su consumo, pérdida de la memoria e interferencia con actividades de la vida diaria. Si se tiene al menos uno de estos síntomas, es muy probable que estemos hablando de un caso de alcoholismo crónico.
Ahora bien, pasando al tratamiento como tal, es importante comenzar dejando en claro que no se trata de algo sencillo, sino que por el contrario requiere que la persona afectada ponga todo su esfuerzo si en verdad desea dejar su adicción al alcohol.
No obstante, contrario a la creencia popular de que un alcohólico tras ser rehabilitado sufrirá una recaída sí o sí, la realidad es que hoy en día existen estudios los cuales comprueban que si se aplica un tratamiento para el alcoholismo crónico adecuado, le enfermedad se puede superar.
En concreto, las estrategias terapéuticas que ya han probado su efectividad ante este problema son la farmacoterapia y la psicoterapia.
Sobre el uso de fármacos, en la etapa de desintoxicación se recomienda el uso de clometiazol, tetrabamato y benzodiacepinas, mientras que ya en la de mantenimiento y deshabituación se sugiere la cianamida y el disulfiram.
Sin embargo, para que un tratamiento logre efectos a largo plazo éste debe ser complementado de manera simultánea con psicoterapia. De lo que se encarga este tipo de terapia es de proporcionar estrategias al paciente para que sea capaz de reducir los malestares provocados por la abstinencia, evitar el consumo del alcohol e incrementar la motivación para dejar la adicción y volver a ser una persona sin sufrir de la dependencia a las bebidas embriagantes.