ADICCIONES NO QUÍMICAS.
…EL IMPACTO DEL INTERNET
Un tema de particular interés a nivel social, ha sido la sintomatología y predisposición de una persona para el abuso de sustancias. Nos hemos centralizado en buscar los síntomas y signos, no obstante perdiendo de vista la importancia y el riesgo igualitario de las adicciones no químicas.
Una de las semejanzas entre las adicciones a sustancias son las alteraciones a nivel neuroquímico. Desde el marco sanitario se tiene conocimiento que visto de un enfoque científico es imprescindible puntualizar la distinción de sexo, edad y condiciones contextuales que influyen para una alteración neuroquímica que trae consigo uno de los resultados que puede ser el impacto actitudinal o desborde de una conducta.
Bajo ese enfoque se infiere que “(…) existen hábitos de conducta aparentemente inofensivos que, en determinadas circunstancias, pueden convertirse en adictivos e interferir gravemente en la vida cotidiana de las personas afectadas” (1-3). (DSM-5, APA, 2013.
Por otro lado existen síntomas observables, como un síndrome de abstinencia manifestado como malestar emocional e inclusive físico al no tener el estímulo actitudinal, y otro tipo de “hábito” que no necesariamente comprende el abuso de una sustancia.
Al igual que la adicción a sustancias vemos un síndrome a motivacional y alteración de las esferas del ser humano; por ejemplo, el cambio de prioridades funcionales en el contexto del sujeto, el aislamiento o desborde agresivo de conducta, disfunción de habilidades sociales, intrapersonales, interpersonales etc.
Algunos de los criterios en común:
- Clínica y fenomenología
- Historia natural
- Comorbilidad
- Tolerancia y abstinencia
- Aspectos genéticos superpuestos
- Circuitos neurológicos implicados
- Respuestas al tratamiento
“El aspecto nuclear de la adicción conductual no es el tipo de conducta implicada, sino la forma de relación que el sujeto establece con ella. (…) si una persona pierde el control sobre una conducta placentera, que luego se destaca y sobresale del resto de actividades en su vida, se ha convertido en un adicto conductual”. (DSM-5, APA, 2013.
Los criterios propuestos por propuesto la Asociación Americana de Psiquiatría para categorizar los “Trastornos por Juegos de Internet” (Internet Gaming Disorder) para su diagnóstico son los siguientes:
1.- Preocupación por los juegos por Internet, que pasan a ser la actividad dominante.
2.- Síntomas de abstinencia cuando se le impide jugar (irritabilidad, ansiedad o tristeza)
3.- Tolerancia: se necesitan cantidades mayores de tiempo para practicarlos.
4.- Intentos fracasados para controlar la participación en los juegos de Internet.
5.- Pérdida de interés en otros hobbies o aficiones y en otras formas de entretenimiento.
6.- Uso continuo de los juegos de Internet a pesar de conocer los problemas psicosociales que generan.
7.- Ha engañado a familiares , terapeutas y otros respecto a la cantidad de juego por Internet que practica.
8.- Uso de los juegos desarrollados, aunque su prevalencia creciente es universal por Internet para escapar o aliviar un humor negativo (por ejemplo, sentimientos de desesperanza, culpa o ansiedad)
9.- Ha descuidado o perdido relaciones significativas, su empleo u oportunidades educativas o laborales debido a su participación en juegos por Internet.
Los criterios descritos señalan una brecha significativa entre las demandas del devenir de las sociedades actuales (complejas) y la poca integración de espacios y de una cultura compulsiva mucho más complejo de lo que se tiene como base preventiva en las instituciones. A propósito Motta, R. refiere lo siguiente: Actualmente existe una convergencia en el contexto planetario que consiste en el encuentro de la explosión de vida/muerte y sentido/sin sentido en el seno de las sociedades, con una profunda transformación en el devenir colectivo del espacio del saber del ámbito global. Motta, R. (1999).
¿Cuál es el papel de la diferencias de género en la prevalencia de conductas adictivas como la adicción al internet? Por un lado los estímulos de contenido sexual son un gran factor incidencia en dicho fenómeno. La estadística de varios estudios muestra un porcentaje de casi 60% de prevalencia en lo anterior. Por otro lado ¿Qué papel tienen los jóvenes en sociedad? Hablamos de un lugar de saber, de la mirada del Otro y por ende una crisis de identidad indiscutible. El problema de la pertenencia. Nos enfrentamos a jóvenes sin un sentido de vida que sea congruente a las demandas de la sociedad actual. Es decir, una búsqueda de sentido que no se oponga al fortalecimiento de la autorrealización del ser humano desde su integridad connotativa.
Otra de las posibles hipótesis que sostienen los resultados de la incidencia de CDI en los jóvenes es precisamente es quizás la destradicionalización.
Este rubro está directamente relacionado con los múltiples impactos, encantos y desencantos de entre otras cosas la globalización y las rupturas sociales en su contexto nato. El internet como objeto/fuente de búsqueda ofrece un mundo de conocimiento de la complejidad de acuerdo a las demandas de identidad. La destradicionalización viene a representar una apuesta a volver tradición y contradictorio la tradición y traducción de las “vanguardias”, esto poniendo en duda y sacrificando las tradiciones que erigen entre otras cosas un marco de comportamiento social ya evaluado con anterioridad. Esto no obstante sin olvidar que la tradición se funge en familia y entornos de educación como vía de percepción de su impacto.
Entre otras cosas, la tradición sugiere cierta forma de transmisión de valores, costumbre, saberes, lenguaje etc. Y estos a su vez son una forma de vinculación (social y familiar), he ahí uno de los ejes importantes en las sociedades complejas: el vínculo, que a su vez evoca en un sentir y sentido del cual hoy en día se carece. Como fuente importante en las acciones en torno a lo mencionado, está el hecho de repensar el impacto de la multiplicidad de roles, en su mayoría fragmentados. Las tradiciones ahora son solo un recuerdo, la multiplicidad está evocando una crisis de identidad y presión de pertenencia de los cuales aún no tenemos completa noción.
Breve ensayo
El tema del uso inadecuado de Internet y las repercusiones que trae consigo es un tema controversial ya que es relativamente nuevo, sin embargo las consecuencias son alarmantes e indiscutiblemente evidentes. No obstante, la clarificación de dicho fenómeno visto como una adicción no está aún definido por la falta de precisión de algunos conceptos y criterios. Más que la clasificación por mera definición, la emergencia de ello es para desarrollar u adaptar modelos de tratamiento y prevención; puesto que –por ejemplo- el factor de mayor predisposición al desarrollo de una adicción al Internet, encontramos que es la población juvenil. Las nuevas tecnologías están en un proceso de construcción social en la que la población juvenil funge como mayor precursor de las ganancias que la demanda ofrece a la falta.
Menciona Touzé, G. (1993) que la evolución de las representaciones sociales dan lugar a lo siguiente: “un tipo de percepción social basada en preconceptos, en estereotipos que mixtifican el fenómeno y lo tiñen de connotaciones morales que en definitiva sirven para crear, reforzar, perpetuar y amplificar la desviación”.
Dentro de la ilegalidad también hay percepciones. “Dime que consumes y te diré quién eres, dime que ves…y te diré lo que sabes, cuanto tienes, que buscas y como eres”. ¿No es esto una especie de mistificación de la sustancia o la conducta?, haciendo todo tan predecible e irónicamente “imposible”-hasta ahora- de erradicar.
La adicción al internet funge con el mismo poder sustitutivo que la sustancia, ya que la pulsión busca la satisfacción inmediata y total. El deseo (del cual conocemos la trampa de la insatisfacción dado a la falta…he ahí la trampa es en todo caso el que establece un “tiempo de espera” Un ejemplo de acto seguido de ello es en las relaciones sexuales de alto riesgo o con desconocidos o conocidos virtuales, en la respuesta a un MT (mensaje de texto)… no se diga un “like” o notificación. Sin duda, la dependencia a Internet o a las redes sociales está siendo ya una realidad de atención clínica en el momento que se presenta la pérdida de control y tolerancia, efectos secundarios comportamentales u emocionales como el desarrollo de un trastorno afectivo o del estado de ánimo, la tolerancia y demanda incrementa, generando repercusiones importantes como el deterioro físico, emocional y social del individuo. Podemos cuestionar estas transformaciones, criticarlas o ponderarlas. Lo único que no pueden hacer las familias, la escuela y la sociedad en general es ignorar las nuevas tecnologías de la información y del conocimiento…porque ello significa ignorar a los propios jóvenes. Morduchowicz, R. (2013).
Al fin de cuentas nos enfrentamos a la responsabilidad unitaria de comprender que “El límite entre beneficio y perjuicio no lo establecía la sustancia (en este caso conducta), sino su uso humano”. Touzé, G. (1993)
Psic. Thania Denisse Beltrán
Psicóloga Clínica.