En la actualidad las incidencias caracterológicas de los pacientes que acuden a tratamiento por dependencia a alguna(s) sustancia (s) adictiva señalan varios indicadores en común que comprenden las características que nos remiten a la pertinencia de fomentar una visión multidisciplinaria para su abordaje.
Comenzando por lo fundamental: lo físico-biológico. Actualmente podemos intervenir de formas mucho más asertivas a través de la neurociencia-que dentro de las Ciencias Biomédicas, el término Neurociencias es relativamente reciente-.Su empleo actual corresponde a la necesidad de integrar las contribuciones de las diversas áreas de la investigación científica y de las ciencias clínicas para la comprensión del funcionamiento del sistema nervioso (Rocha-Miranda, 2001). Siendo indispensable poder comprender cómo está conformado el cerebro humano y las implicaciones en su funcionamiento para la incidencia a alteraciones tanto físicas, cognitivas y comportamentales a través de la compulsión o el uso de na sustancia psicoactiva, ya que el propósito principal de las Neurociencias es entender cómo (…) el encéfalo produce la marcada individualidad de la acción humana. Es aportar explicaciones de la conducta en términos de actividades del encéfalo, explicar cómo actúan millones de células nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células están influidas por el medio ambiente, incluyendo la conducta de otros individuos (Kandell, Schwartz & Jessell, 1997).
Por tanto hablamos de la indiscutible ventaja de no solo conocer el cerebro y su estructura; sino a su vez poder tener una comprensión ilustrada de cómo es que actúa este en el proceso de la adicción a sustancias y conductas adictivas. Si bien hablamos entonces de procesos neuronales que nos aportan a la comprensión multidisciplinar, por ejemplo el ¿cómo es que las sustancias generan una alteración en el proceso sináptico?, inclusive haciendo distinción en prevalencia de sustancias por género y edad, lo cual muchas veces omitimos o ponemos en un plano secundario para la comprensión de casos. Así mismo contextualizar los procesos a nivel cerebral de por ejemplo, como la memoria receptiva o semántica van generando parones de sinapsis para la formación de la memoria episódica que se establece a través de los estímulos recibidos por el conducto de los sentidos, y que a su vez va influyendo en formación-formulación de trastornos de la conducta y el comportamiento del individuo, lo cual la mayoría de las veces solo nos enfocamos en su contexto psicosocial y no biológico.
Psicofarmacología y proceso de desintoxicación: Trastornos del estado de ánimo y la incidencia de trastornos duales en el tratamiento de las drogodependencias.
La psicofarmacología como disciplina aún no cuenta con la convicción de su indiscutible necesidad en el tratamiento de las drogodependencia o como parte de la salud mental a nivel integral en el ser humano; sin embargo la utilización de sustancias para fines terapéuticos (asistidos) ha existido desde siempre a través de los tiempos. Puede definirse como una disciplina centrada en el estudio de fármacos que modifican el comportamiento y la función mental a través de su acción sobre el sistema neuroendocrino. Shepherd,Lader y Rodnight, 1972). Si bien el proceso de desintoxicación y la indicación a nivel psiquiátrica para estabilizar tanto a nivel mental como comportamental, este no comprende en sí el tratamiento; se considera una primera fase indispensable para que el paciente pueda poder tener receptividad en un tratamiento oportuno desde la parte psicoterapéutica tomando la psicología como enfoque disciplinar central.
A propósito de su importancia se menciona lo siguiente partiendo que la psiquiatría y el tratamiento farmacológico son de general importancia: (…) un campo del saber que tiene un marcado carácter multidisciplinario, al agrupar el interés que comparten los fármacos, bioquímicos, psiquiatras, y psicólogos por el análisis de las sustancias que actúan modificando el las funciones del sistema nervioso que se manifiestan en la conducta de los individuos. (Shepherd,Lader y Rodnight, 1972).
A pesar de la resistencia a aceptar que todo proceso adictivo conlleva un desbalance bioquímico, afectando áreas determinadas en el cerebro; generando así un daño ya sea en neuroplasticidad o funcionamiento del comportamiento o estado de ánimo reversible o irreversible. Por ello los trastornos asociados. Las drogas modulan la transmisión dopaminérgico regulando de forma directa e indirecta la actividad del sistema dopaminérgico mesolimbcortical (…) Las drogas en general, producen incremento de dopamina en el NAc, hecho que se ha correlacionado con el efecto de refuerzo que reportan. (Pereira, T. 2008; 73(1):9-24)
Por tanto nos enfrentamos con individuos que de alguna manera se ve afectada a través de una adulación de neurotransmisores especialmente el sistema dopaminérgico que parten desde efectos fisiológicos y variantes dependiendo el uso o abuso crónico en el que se aprecian –a través de estudios- se perciben también cambios de neuroplasticidad a mediano o largo plazo según el uso.
Lo cual se reitera a través de varios estudios en los que se corrobora que ciertamente uno de los correlatos fisiológicos de la mayor facilidad para la adquisición de conductas adictivas parece estar basado en variaciones en la funcionalidad de algunos sistemas de neurotransmisores. (Neurociencia y Adicción, 2011) y haciendo énfasis y presión en lo anterior se puede señalar que de las conceptualizaciones más recientes respecto a estos procesos se centra en el desarrollo de la “alostasis”, definida como un estado de progresiva desviación del sistema de regulación motivacional por el uso crónico de drogas, estableciendo un nuevo punto de equilibrio hedónico. (Pereira, T. 2008; 73(1):9-24)
Hablamos pues de estímulos, reacciones-en las que a propósito, se ha avanzado en la identificación de los circuitos neuronales y de las bases celulares que posibilitan la conducta activadora (…). (Pereira, T. 2008; 73(1):9-24)-, naturaleza y funcionamiento de la psique humana en la cual el cerebro juega una pilar para el desarrollo o modulación de el énfasis que pueda tener el individuo en su comportamiento y estado de ánimo.
En conclusión podemos inferir que el tratamiento de las drogodependencias es un trabajo complejo que requiere de una vinculación permanente y poco asilada entre disciplinas de manera que cada una actúe de forma oportuna, ya sea protagónica o antagónica según el proceso de cambio en el que se encuentre el paciente identificado frente al tratamiento. Haciendo a su vez distinción de los estímulos multifactoriales que pueden ir desde la incidencia de género, las implicaciones fisiológica y neuronales correspondiendo a edad evolutiva y de desarrollo físico (como lo es en los adolescentes), predisposiciones genéticas, culturales, actitudinales y el tratamiento cognitivo como base sustentable de la conjugación entre la psicología y psiquiatría para el tratamiento. Por otro lado el reconocimiento estructural y de procesos sinápticos- esencialmente dopaminérgico y su impacto por ejemplo en la memoria- etc.
En cuanto a la psicofarmacología, esta (…) se sitúa en el umbral de un profundo desafío científico: comprender, a través de estudios detallados delos fármacos, los mecanismos moleculares y celulares que subyacen a las complejas y variadas funciones del cerebro humano. (Bloom, 1995).
Hacer frente a las posibilidades de intervención es hacer frente al problema de las drogodependencias; partiendo desde una base biológica de la cual se desprenderán un sinfín de conclusiones más de acuerdo al enfoque y objetivo de cada disciplina aledaña, a fin de cuentas, “el cerebro es lo que nos mantiene vivos”.
Referencias Bibliográficas
Barres, C, Arrieta, D. (2005). Psicofarmacología: Una aproximación histórica. , Universidad de Jaén; Anales de psicología. Vol. 21, No. 2:199-212.
Bloom, E. (1996). Neurotransmission and the central nervous system. En, J.C. Hardman, L.E. Limbird, P.B. Molinoff, R. W. Ruddon y A. Godmann (Eds.) Godmann & Gillman´s The Pharmacological Basis of Therapeutics (pp. 267-293). New York McGraw-Hill.
Kandel, E.R., Schwartz, J.H., Jessell, T.M. (1997). Neurociencia y conducta. España, Prentice Hall, 1ª ed.
Pereira, T. (2008). Neurobiología de la Adicción. Revista Psiquiátrica del Uruguay; vol. 73(1):9-24.
Pérez, A., Flores, A., Romero, A.; et. Al. (2011). Neurociencia y Adicción. España. . Sociedad Española de Toxicomanías.
Tomaz, C. & Costa J. C. (2001). Neurociencia e Memoria. Humanidades, 48, 146-160.
Psic. Thania Denisse Beltrán
Psicóloga Clínica.
Maestría en Prevención y Tratamiento Multidisciplinario de Adicciones y Conductas Adictivas.