¿Qué es lo que hace al individuo adicto?
Kalina (2000) describe a los adictos como ¨aquellos que nacen con una vulnerabilidad genética o desarrollan, por vicisitudes de su vida, una vulnerabilidad psico-neuro-bio-social, y que pueden desarrollar procesos adictivos como un intento de ¨empachar¨ químicamente sus déficit (SIC)¨ (p. 18).
Y es que Kalina acierta cuando se refiere a la adicción como una patología multidimensional, pero pretender que el motivo del surgimiento de la misma es un ¨intento¨ de compensar carencias resulta demasiado simplista y agresivo. Clasifica al sujeto de la adicción como uno de las muchas personas estigmatizados por padecer una enfermedad, situaciones que por no ser propiamente entendidas por la población general, han estado presente durante décadas; ejemplos de estos son el VIH, el síndrome Down, la esquizofrenia y otros trastornos mentales orgánicos, siendo estos sujetos, víctimas del rechazo e incluso el exclusión social.
Ya Octavio Aguilar (2012) nos explica como para el desarrollo de una adicción son necesarios el desarrollo de diferentes factores, que básicamente podríamos agrupar en: ¨los que pertenecen al plano individual, los relativos al ambiente familiar, los que están en relación con el entorno social y los concernientes al ámbito educativo¨ (s/p). Lo cual quiere decir que para el desarrollo de una adicción es forzosamente necesario la presencia de oros factores, y no solo el caprichoso deseo de compensación de deficiencias. Esta idea es una vieja argumentación teórica que pasó a ser obsoleta en las disciplinas de la salud mental ya hace varias décadas atrás.
Ahora bien, si vamos a hablar de la vulnerabilidad genética, es imposible después adjudicarle la responsabilidad a la carencia de algo psicógeno. Y para ampliar sobre esta dimensión de la adicción me apoyare con la explicación de Ángela Ibáñez (2008) sobre el factor genético en la adicción, donde describe la genética de la adicción como:
¨…cualquier fenotipo que no exhibe un patrón de herencia mendeliana clásica atribuible a un único locus genético. Esta falta de relación entre genotipo y fenotipo puede deberse a que un mismo genotipo resulte en distintos fenotipos, o bien porque un mismo fenotipo pueda ser provocado por diferentes genotipos¨ (s/p).
En otras palabras, las adicciones siguen un patrón de herencia multifactorial, como la diabetes, en el cual puede haber una predisposición genética, sin embargo se requieren factores externos al organismo desencadenantes que permitan la manifestación de la enfermedad.
Entonces existe la posibilidad de nunca desarrollar la enfermedad aun cuando se es portador de ella y se tienen los presentes factores ambientales, como en los casos de sujetos con una alta probabilidad de desarrollar cáncer y aun con los factores ambientales se mantienen exentos de las complicaciones clínicas.
Por otro lado, Kalina describe al adicto, en su dimensión personal, en términos de ¨una modalidad psicopática y narcisista por excelencia, donde cuenta exclusivamente su necesidad, sin importar la necesidad, la seguridad, la integridad, los sentimientos del otro¨ (p. 19).
Definitivamente la dimensión personal juega un papel protagónico en el desarrollo de la enfermedad, pero es imposible pensar en esta como el resultado exclusivo de una estructura de personalidad específica, y es que si se piensa de tal forma se cae fácilmente en la falacia de causa falsa. Incluso es mucho más fácil, y Beck (2010) lo explica con claridad: ¨las sustancias psicoactivas son productos químicos que afectan el sistema nervioso central, alterando el pensamiento de la persona que abusa de los mismos, su estado del ánimo y/o sus conductas¨ (pp. 20). Así entonces podemos entender que incluso sin la necesidad de una predisposición genética, si se somete al individuo únicamente a la sustancia química desarrollará estructuras cognitivas, que si bien no necesariamente son compatibles con un trastorno de la personalidad, desarrollarían fácilmente la enfermedad.
En conclusión, la inadecuada conceptualización teórica para el tratamiento de esta ¨…enfermedad recalcitrante crónica y de recaídas irreducibles, muy difícil de tratar¨ (Katzung, Bertram. 2009, p. 556), nos llevará casi con seguridad, a entender de forma errónea a la enfermedad y por consecuencia a juzgar de la misma manera al individuo que la padece, haciendo realidad lo que Kalina presagia en el mismo texto: ¨El adicto vive permanentemente un malentendido y que además, por norma, es malentendido ¨ (p.17).
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Psic. Christian Araujo.